Biól. Judit Torres Fernández del Campo Depto. de Manejo y Conservación del Estero Palo Verde Centro Ecológico de Cuyutlán “El Tortugario”
Los árboles de mangle son unas especies arbóreas de lo más interesante y sorprendente. Su nombre, “mangle”, proviene del antiguo idioma taíno que hablaban los indígenas del Caribe a la llegada de los españoles y se refiere a diferentes especies de árboles de origen terrestre que han adquirido, a lo largo de la evolución, adaptaciones morfológicas singulares y únicas. Y es que estos organismos tienen un montón de características fascinantes. Para empezar diremos que son unos de los pocos árboles que pueden vivir en zonas pantanosas o esteros, rodeados de agua salada y asentados en suelos fangosos, donde otros árboles no podrían sobrevivir. Son unos super-árboles en el mundo vegetal.
Agua salada para quitar la sed
Es bien sabido que si una planta se riega con agua salada, ésta se muere por deshidratación (al igual que ocurriría con nosotros si la bebemos). Entonces, ¿cómo son capaces los mangles de sobrevivir en condiciones de salinidad? Las especies de mangle presentan diferentes mecanismos de adaptación a este ambiente. Por ejemplo, el mangle rojo (Rhizophora mangle) es capaz de hacer ultrafiltración, es decir, filtra el agua salada dejando las sales fuera y absorbiendo únicamente agua dulce. Otras especies, como es el caso del mangle blanco (Laguncularia racemosa), dejan que la sal penetre en su sistema y la acumulan, para después depositarla en las hojas más viejas o en otras partes de la planta y desprenderse de ellas. Y hay mangles que permiten que la sal entre en ellos pero la eliminan rápidamente, por lo general a través de glándulas especiales que tienen en las hojas; si se lame la hoja de un mangle de ese tipo se encontrará muy salada.
Oxígeno, elemento necesario para todos los seres vivos
Las plantas, como nosotros, también respiran. Lo hacen mayoritariamente a través de las hojas pero las raíces también necesitan realizar intercambio de gases. Por ello, un buen suelo para cultivar una planta debe contener un porcentaje de oxígeno entre sus granos. En un suelo arcilloso o lodoso no existe oxígeno puesto que los granos están demasiado juntos para permitirlo y por lo tanto generalmente las plantas no pueden sobrevivir, excepto algunos afortunados como los árboles de mangle. Los manglares son capaces de desarrollar raíces que crecen fuera de la tierra: del suelo hacia arriba (esto es llamado gravitropismo negativo), como los neumatóforos; o de arriba hacia abajo, es decir, de la planta al suelo, (lo que se llama gravitropismo positivo) como en el caso de las raíces aéreas del mangle rojo. La superficie de todas estas raíces está cubierta de unas estructuras especiales llamadas lenticelas, que son unos poros que permiten el intercambio gaseoso y se abren o se cierran de acuerdo al nivel de inundación presente.
Los árboles que caminan
Además de la respiración, las raíces aéreas del mangle rojo también tienen la función de sujeción y le permiten al árbol afianzarse mejor al suelo frente a mareas o huracanes.
Así, este árbol es capaz de hacer crecer en el aire sus raíces desde el tronco o las ramas hasta el suelo, formando unas “extremidades” que le permiten moverse. Carlos Linneo, el fundador de la taxonomía científica, llamó al mangle rojo Rhizophora mangle, que significa literalmente: “el mangle que camina sobre sus raíces” (del griego rhiza, raíz; y phoros, transportar). Es posible que así consiga encontrar mejor la luz o los espacios más adecuados para su crecimiento. Por eso, se dice que éstos son los únicos árboles que pueden caminar. ¡Impresionante! En el Señor de los Anillos, los Ents hubieran estado mejor representados por gigantescos árboles de mangle rojo, ¿no crees?
Más tiempo junto a la madre para asegurar la supervivencia
Nosotros, al igual que muchos animales (y a diferencia de otros como las aves, que ponen huevos), somos vivíparos, es decir, el embrión se desarrolla dentro de la protección del vientre de la hembra, donde recibe oxígeno y los nutrientes necesarios para su desarrollo hasta el nacimiento. Este método de crecimiento aumenta la supervivencia de las crías, puesto que nacen menos vulnerables.
Unas pocas plantas, como los mangles, han adquirido este tipo de reproducción en la que sus semillas germinan todavía unidas a la planta madre por una especie de placenta vegetal, y crecen alimentadas por el árbol madre hasta alcanzar varios centímetros de largo para luego separarse y derivar flotando en las corrientes a la búsqueda de un nuevo sitio donde asentarse y desarrollarse.
La unión hace la fuerza
Si como organismos individuales son geniales, imagínate lo que son capaces de hacer todos juntos en un ecosistema. Los manglares absorben el impacto inicial de las olas y son barreras frente a los huracanes. Algunos estudios sugieren que la pérdida de vidas humanas debido a huracanes, tsunamis, tifones y otros fenómenos podría reducirse con la presencia de un anillo protector de este ecosistema. Sin manglares, las costas de México se erosionarían fácilmente y quedarían expuestas, inermes, a las inclemencias de huracanes, borrascas y tsunamis. Los manglares son la membrana protectora del continente, la piel de nuestras costas.
La presencia de los manglares en las lagunas costeras funciona también como un gigantesco filtro biológico capaz de capturar en sus lodos buena parte de los sedimentos y desechos traídos por los ríos, y al hacerlo purifican el agua que llega al mar. Estos ecosistemas no solo son capaces de limpiar el agua, sino también el aire, ya que mantienen una gran actividad y generan mucha biomasa, lo cual permite absorber bióxido de carbono del ambiente y liberar una buena cantidad de oxígeno.
Esta frenética producción (un bosque de manglar produce, en una hectárea, más de 10 toneladas de hojarasca al año, un valor comparable al de los pastizales ganaderos más productivos) atrae a un gran número de especies de mar abierto que penetran en el manglar durante la fase juvenil de su ciclo de vida, para aprovechar este torrente de alimento. De esta manera, los manglares también funcionan como una extensa red de guarderías, dando cobijo a gran cantidad de especies marinas cuya fase inicial de desarrollo necesita de este ecosistema protector. En el sector pesquero, más de dos tercios de las capturas mundiales de peces están vinculadas a la salud de las zonas de humedales. Consecuentemente, el daño a las lagunas costeras afecta de forma irremediable a la pesca ribereña.
Al igual que para las especies acuáticas, los manglares son un importante espacio de resguardo, alimentación y reproducción para especies de aves residentes y migratorias. Así, el manglar no sólo mantiene un complejo ecosistema bajo el agua y entre sus raíces, sino también en sus copas, donde una multitud de insectos polinizadores, plantas epífitas, aves y mamíferos encuentran alimento y santuario.
A pesar de ser unos super-ecosistemas, los manglares están en declive, y su supervivencia se ve amenazada por el frenético desarrollo de las zonas costeras. Es fundamental y prioritario conservarlos, no solo por los invaluables beneficios que nos proporcionan, sino también porque los mecanismos adaptativos les han proporcionado “super-poderes” únicos e irrepetibles en el mundo natural.
El Centro Ecológico de Cuyutlán “El Tortugario” tiene entre sus tareas proteger y conservar el Estero Palo Verde (que es parte de la Laguna de Cuyutlán, en la costa occidente de México), el cual mantiene una importante superficie de manglar. También se llevan a cabo labores de investigación y manejo del ecosistema, siempre desde una perspectiva social, involucrando a los pobladores locales en el desarrollo de las estrategias e implementando programas de educación ambiental para concientizar a la población. El enclave estratégico del Centro permite a sus visitantes tener un acercamiento con el manglar del Estero Palo Verde a través de un hermoso paseo a pie por el Muelle de la Esperanza o un paseo en lancha por el Estero recorriendo recovecos exuberantes de este singular paraíso. ¡Te invitamos a conocerlo!
LITERATURA CONSULTADA
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